En 2017, el escultor local Tomás Schinelli Casares, instaló un dragón que recibía a los visitantes que llegaban a la plaza o a la oficina de informes. Ese pequeño dragón, una representación del que forma parte de la bandera de Gales, hoy dejó paso a una escultura de mayores proporciones.
Se trata de un dragón de 4,5 metros de largo y 3,5 metros de ancho que impone respeto y admiración desde lo más alto del edificio de la secretaría de Turismo lanzando llamaradas de 1,5 metros que se convierten en un espectáculo único para vecinos y visitantes. A diferencia de muchos dragones que se pueden ver en distintas series o películas, este es diferente: es un clásico europeo de cuatro patas, como el de la bandera galesa en la que se inspira.
“El dragón anterior ahora está ubicado frente al Museo Molino Andes. Era una representación más concreta del que se ubica en la bandera galesa. Este, en cambio, es una versión más libre pero que respeta esa tradición. Si el primero fue un orgullo para mí, que me convocaran para realizar este gran dragón fue un privilegio y al mismo tiempo un desafío”, explica Tomás Schinelli, creador de esta escultura que cuenta con un estilo propio y poco habitual.